Archivos de julio 1st, 2014 | Página de los Archivos del Día

NOCHES LARGAS; OBSCURAS Y BLANCAS

martes, julio 1st, 2014

C U E N T O

RICARDO GARCÍA TREVIÑO

Para aquel par de viejos; Don Celedonio; noventa y un año y Doña Marcelina, noventa años, verlo partir al filo de la media noche, era triste, melancolico y del pesar ganado, ya que los visitaba cada quince días, y a veces hasta el mes llegaba.

Su nieto, el único que les llevaba de comer, salía a ser sus “trabajitos”; sus «jales», sus “aprieta tuercas” y les dejaba un dinerito, para lo que se les ofreciera, y mientras venía o no venía, había que rezarle a la patrona de Oaxaca, LA VIRGEN DE LA SOLEDAD, para que se los cuidara y en cuanto a ellos, a no enfermarse, porque entre el doctor y las medicinas, de una sola chupada, se quedaban sin dinero. El nieto Eloy, no se sabía si iba a regresar, oh no, la espera era mortificante.

anciano

HUAJUTLA DE JIMENEZ, Oaxaca, ya no era, ni la sombra de lo que fue, desde su fundación en 1480, de la costumbre zapoteca, su arte y su tallado, ya casi no quedaba nada. Los muchachos ya no quería a la vida; ni la vida los quería a ellos, además de que los machetes, habían sido cambiado por los AK 47, y los R 15, así como el Hongo alucinógeno, por la marihuana y la droga sintética. DOÑA MARÍA SABINA, desde el más allá, gritaba, lloraba y reclamaba a sus antepasados la suerte del pueblo Oaxaqueño. El Hongo sagrado, había sido puesto en la piedra de los sacrificios.

Doña Marcelina, le hábla casi a gritos a Don Celedonio. Ven acá y mira lo que encontré debajo de la cama de Eloy, un montón de amuletos de duendes y cheneques. Donde los sacaría, le digo asustada, la india zapoteca, a su esposo, el viejo y retirado Chamán, del pueblo. Acaso Tú, se los diste, con enojo y su rostro desfigurado, le arengaba don Celedonio, a doña Marcelina, cuando ya había quedado, no volverlos a sacar. No, yo no fui, cuando he hecho cosas que no te parecen, o no quieres que las haga. Pues entonces quien se las dio; irritado le contesta don Celedonio, pues hay unos que nada más los brujos errantes tienen y que usan en casos donde viajan mucho, para perseguir a azotar a los que los usureros de la muerte. Por Dios y la Virgen de la Soledad, no me hable de ello.-Doña Marcelina.-no quiero ni acordarme cuando a ti, te persiguieron, por las malas voluntades de tus antepasados. Don Celedonio, bajo la cabeza y se le echaron para adelante los hombros. Repentinamente reaccionó, levantó su barbilla, ergio el pecho y su voz sonó como si tuviera veinte años. Sus ojos volvieron a brillar, en recuerdo de sus viejas batallas, a la sombra de la luz y las estrellas, y hablándole al vacío, como si alguien estuviera escuchándole, decía.. Eloy, mi nieto, que tiene que ver en esto, ya con andar donde anda, es suficiente para que me dejen en paz.
El viejo Celedonio lo sabía, a un guerrero de sus alturas, nunca lo dejan en sosiego, y las noches obscuras, siempre eran más largas que los días. Espantada, doña Marcelina, lo saco del cuarto y de un solo golpe cerró la puerta, nunca lo había hecho de esa manera, puesto que el tablacho era pesado; con aldabas y gruesas cerraduras.
Habían trascurrido dos semanas de aquel rato, que ni siquiera querían acordarse, sobre todo doña Marcelina, que no entendía bien los viajes de don Celedonio. Iba y venía sin dejar la cama donde dormía.
Tocaron la puerta, cuando el viejo reloj de pared, marcaban las diez de la noche, el par de viejos, estaban por acostarse en sus camas individuales, en la misma habitación. Debe ser Eloy, digo contento Don Celedonio, quien más puede ser, si son pocos quienes nos visitan, ya se cumplieron las dos semanas, cuando viene a visitarnos, para dejarnos un dinero. Contestó su compañera de más de cincuenta años.
¡Sorpresa! No era su nieto Eloy, quien tacaba fue Xadani, el único amigo de Eloy, el de toda la vida, y que a los veinticinco años, nunca se habían separado. Eloy y Xadani, partieron para partírsela juntos; juntos querían vivir; juntos querían morir, en ese mundo, eso no es extraño.
Xadani, Al ver al anciano y anciana, hechó a llorar. Los ancianos retrocedieron asustados. Fueron alcanzados por el abrazo de Xadani, quien balbuceando y con voz entrecortada, decía, murió en mis brazos y yo mismo lo enterré, en tierra de la Huasteca, tierra de almas grandes. ¡CUANDO FUE ESO! Un año y meses de todo aquello. Tú lo diste cristiana sepultura, en las tierras de la Huasteca, grito don Celedonio. ¡Si yo lo enterré! El viejo y la vieja, se miraron uno al otro, y sonriendo, abrazaron a Xadani, ya que detrás de él, Eloy dejaba su dispensa y dinerito, y continuaba su viaje por las estrellas, no sin antes decirles, que después pasaría por lo amuletos y cheneques, que había dejado debajo de la cama. LA VIRGEN DE LA SOLEDAD, LA PATRONA DE OAXACA, ES LA JEFA, DE TODOS ELLOS.