P O E M A
RICARDO GARCÍA TREVIÑO
EL VENDAVAL, SE DEJA SEDUCIR POR LA BRISA DE UN MAR Y EN CALMA LA OBSERVA; LA VE, Y LA MIRA CON LA CONFIANZA, QUE NACE DE LAS HERIDAS DE LA DESCONFIANZA, CUANDO TIEMPO ATRAS FUE AZOTADA POR LLUVIAS TORMENTOSAS Y DESPIADADAS.
AQUELLOS DÍAS, CUANDO LOS PANTANOS Y SUS ANDRAJOSOS PANTANALES, EN SUS VIENTOS SE CRUZARON, CON EL VENDAVAL Y LA BRISA DEL MAR, SOLO DIOS Y LA VIRGEN MARÍA, SE ENTERARON LO QUE EL DIABLO Y SUS COLORIDOS COLORES APETECÍAN; COLORES QUE LA TORMENTA LLEVA EN EL SENO DE SU ESPÍRITU; SU ALMA Y LOS RETOS QUE BAJO LA LUZ Y EL FUEGO, SE ALZAN EN EL DIVISAR DE UNA MONTAÑA.
LA BRISA ES TAN HERMOSA, COMO EL FUEGO DE UNA BELLA FLOR, CUYOS PETALOS DESEAN SER ACARICIADOS POR EL VENDAVAL, QUE COMBATIENDO Y ABRAZANDO, SUS HERMOSAS GOTAS DE AGUA, SE ACORRUCAN EN UNA PIEDRA, QUE CON GOZO LOS COBIJA Y PRESTO A COBIJAR UN SUEÑO, QUE EN EL ABRIR Y CERRAR DE OJOS, PRONTO SERÁ PESADILLA.
EL VENDAVAL, PREFIERE LA LIBERTAD DE SUS VIENTOS HURACANADOS, QUE LA CALMA DE UNA BRISA DE MAR, DONDE SOLO DIOS CONOCE CUAL SERÁ EL DESTINO, DE AQUELLOS ENAMORADOS TAN DISTANTES, QUE TOMANDOSE DE LA MANO, CAMINAN HACIA EL MANTO DE UNA NUBE ENCAPOTADA, QUE PRONTO EMPEZARA A LLORAR.
