POESÍA.
RICARDO GARCIA TREVIÑO.
Tuve una vez un buen señor que me enseñó a amar, tuve una vez un buen señor que me enseñó a amar y este buen señor ya no está con nosotros.
Padre; padre mío, adiós y hasta luego, me enseñaste a querer, me enseñaste a amar, me enseñaste a perdonar a quien en todo tiempo debo perdonar.
Tuve una vez un buen señor, que me enseñó la razón de la verdad y este buen señor, ya no está con nosotros.
Padre, padre mío, adiós y hasta luego, en tu enseñanza nació un lazo de amor envuelto en los colores del arco iris, que reflejo el espíritu de quien jamás moriría.
Padre, padre mío, adiós y hasta luego, el trabajo, la honradez , el respeto a la libertad y demás valores de vida, fue tu enseñanza y herencia; bendito legado para tu descendencia.
Padre; padre mío, adiós y hasta luego, me enseñaste a querer, me enseñaste a amar, me enseñaste a perdonar a quien en todo tiempo debo perdonar
Padre, padre mío, adiós y hasta luego…
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