POEMA.
RICARDO GARCIA TREVIÑO.
Déjame asomarme al cerro del Tepeyac; año mil quinientos treinta uno, la bestia tenía doce años de su llegada, aun se escuchaba el eco de los lamentos de quienes cayeron y prefirieron la muerte a la esclavitud, caer en bruce cuando la espada atravesaba el dorso de un indígena, donde en el cielo cansados ya de tan ruin incursión en tierras de conquista, cual que no respetaban vida a infantes, oh ancianos; mujeres y hombres, satanás tenía sus manjares en tierras aztecas…
Bajo la luz de las estrellas, se llevo un dialogo en el cielo… hijo habla con DIOS, debo bajar a cumplir mis designios, le digo la Virgen María, a Jesucristo, sino lo hago Yo, aquella hermosa tierra se convertirá en un volcán en erupción de vómitos permanentes y sangrientos, cruel fatalidad, donde nuestros sacerdotes no alcanzan a ver el mal, cuando confundidos están de tan grande crueldad…
Concedido está la anuencia para bajar; puedes hacer de aquello un edén, un jardín de flores y una felicidad sin fin en el eco de la eternidad, siendo los días cercanos a la navidad los escogidos para salvar un pueblo, cual lo exigen ya, en las luchas que se llevan detrás de las estrellas y los ecos de la eternidad…
El diablo y su malditos compinches, como son la hipocresía y la obscuridad, cual quieren impedir la llegada de la Virgen de Guadalupe, al cerro del Tepeyac, mas no lo lograron, y la batalla se llevo a cabo, donde los arcángeles GABRIEL; MIGUEL Y RAFAEL, con la enjundia de todos los siglos y el coraje de su bravura, los barrieron; los aniquilaron y se reguarnecieron en un indio para dar el mensaje celestial, JUAN DIEGO, lo tomo, lo hizo suyo, salvo a su tío y luego dejo atónito al obispó del lugar, y desde entonces esta batalla tiene final, ya que la Virgen de Guadalupe, se quedó para siempre en el cerro del Tepeyac…
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