CANTICO MELANCOLICO.
RICARDO GARCIA TREVIÑO.
Uvalde, tomó el camino del desierto, y la oscuridad de la aurora, no quiere volver atrás, el llanto de los infantes se quedó grabados en las paredes de su recinto.
Aquella mañana, todo era alegría, la oscuridad de la aurora, aún no aparecía, los pajarillos canturreaba su trino y los perros en la calle, saludaba a sus amos y vecinos,.
“El buenos días”, repentinamente escuchó un ruido estruendoso, 142 balas que se escuchaba rumbo a la escuela, los relojes suspendieron su tic tac, por más que se apresuraron aquello no fue posible evitarlo.
Virgen María, sálvalos de la muerte, los arcángeles Miguel; Gabriel y Rafael, como rayos se interponían entre la bestia y los infantes, cuando una bala segó la vida del asesino, donde el azufre del infierno será su morada en perpetuidad.
UVALDE, TOMÓ EL CAMINO DEL DESIERTO Y LA OSCURIDAD DE LA AURORA, EN PAZ DESCANSA LOS ANGELITOS DE DIOS, DONDE SUS MAESTRA CONTINÚARAN SUS CLASES.
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