CONVERSANDO EN DEBATE
RICARDO GARCÍA TREVIÑO
Hola, te saludo con el gusto de siempre. Si alguien sabía, las pocas posibilidades de sobrevivir, al grito de independencia, ese era el sacerdote MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA.
Su intelecto; formación y conocimiento de la realidad de la Nueva España, lo obligaba a la fatal conclusión. Él iniciaba; la muerte era inminente.
Como clérigo y seguidor de Jesucristo, no le temía a tal fatalidad, por ello cuando le avisaron que habían sido descubiertos, tomo como manto y protección a la VIRGEN DE GUADALUPE, la serracina era parte de lo inevitable.
El cuerpo a cuerpo, era sangriento, las letras del evangelio; las de los cuatro evangelista, así como las de Pablo y Santiago, se deslizaban en su interior, ninguno hablaba de violencia, donde su maestro.-Jesucristo.-murió confrontado con la violencia, pagando con su vida, el mensaje de amor y salvación.
No era la hora la noche, de las noches obscuras, era el péndulo de las luces encendidas, paradoja; cruel paradoja, de los misterios de la existencia.
Corrió, de su casa a la Iglesia, una cuadra y la plaza de armas de pormedio. Repiqueteo las campanas, el pueblo entero lo escucho, hay quienes solo oyeron y siguieron, lo que las campanas les decían; les hablaban, les susurraban al oído… L I B E R T A D, L I B E R T A D, L I B E R T A D E I N D E P E N D E N C I A, grito que aún resuenan en los rincones de nuestro México, ya que nunca se saciará un pueblo de perfeccionar la LIBERTAD E INDEPENDENCIA. VIVA MÉXICO; VIVA EL CURA HIDALGO, VIVAN LOS MARTIRES DE LA INDEPENDENCIA.
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