UN DÍA EN EL VATICANO.

CONVERSANDO EN DEBATE

RICARDO GARCÍA TREVIÑO

Lic. Ricardo García Treviño

Hola, te saludo con el gusto de siempre. El día, no era un día ordinario, ya que vivía, entre el deleite de estar en la Plaza San Pedro, y la alegría de estar dentro de la ciudad del Vaticano, en Italia; Roma.

Roma, la de las luces y destellos. Tragedias y muertes. Sacrificios y extinción, de un cristianismo azotado en un Coliseo, que hoy es visitado y ayer ensangrentado por el delirio de un Nerón, mezcolancia diabólica y encarnativa de un Judas y un Poncio Pilato, en posesión de un Hitler del pasado viviente. La Plaza San Pedro, lucia resplandeciente.

Los conglomerados humanos; bien ordenados, en largas filas para acceder a la Basílica de San Pedro… «Y yo también te digo, que tú eres Pedro y sobre esta roca, edificare mi Iglesia»…

Miles de gentes. Mujeres y hombres. Ancianos; maduros y jóvenes y una respetable concurrencia de niños y niñas, así fue como se entró a la Basilical de San Pedro.

Repentinamente se escuchó la voz del PAPA FRANCISCO. No se concebía; no era posible. Pero así era y emprendimos apresurando el paso. EL PAPA FRANCISCO, ofreciendo Misa, presidiendo la Eucaristía, dándonos el cuerpo y la sangre del redentor.

vaticano

Nos colocamos; mi esposa Rosalinda Guadalupe y yo, a unos treinta cinco o cuarenta metros de distancia del altar.
En un corto tiempo la Catedral de San Pedro, estaba llena de gente. Todos atentos y sorprendidos, ya que el Santo Padre, ofrecía la misa a la Guardia Suiza, fieles custodios de Vicario De Cristo.

El silencio era absoluto, el respeto y enseñanzas del PAPA FRANCISCO, eran absorbido por la feligresía, que en su mirar y el brillar de sus ojos, denotaban una intensa fe llena de esperanza.

Todas y cada una de las palabras del sucesor de Cristo, robustecía el alma y corazón de la feligresía. Atender al pobre e indigente y el justo y amoroso reclamo al pudiente.

EL CRISTIANISMO; EL CATOLICISMO, vigente y volviendo por sus fueros espirituales, morales y sociales.

EL PAPA FRANCISCO; BENEDICTO XVI Y SAN JUAN PABLO SEGUNDO.-en los tiempos actuales.-en el pináculo de un continuar de fe y esperanza, bajo la guía de Espíritu Santo y la custodia de El Arcángel San Gabriel. META

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