LOS CUENTOS DEL ABUELO.
RICARDO GARCIA TREVIÑO.
Como siempre, al filo del mediodía y con sus ochenta cinco años de edad, el abuelo descansaba en su sofá, en aquel patio lleno de frondosos árboles y al final de la arboleda, el serpentear de un río. Se entretenía viendo las ardillas bajar y subir por los árboles, y pensaba cuántas de ellas serán las nietas o bisnietas de aquellas que conocí hace cuarenta años, maravilloso ver cantar los pajarillos de diverso plumaje y estirpe, ya que en el reino animal también hay diferencia de clases, cual hay una gran diferencia, en el mundo de los pájaros, y la naturaleza humana, entre los pájaros no existe la maldad…
Supervivencia si; pero maldad no, donde el águila caza, para alimentar a su cría o sobrevivir, pero no por hacer el mal. El León; el Tigre, el Elefante y la Pantera y tantos otros animales se refugia en lo más recóndito de sus selvas para poder vivir fuera del alcance de lo que un buen dia Dios, hizo para salvar su reino, como es el hombre y la mujer, ahora convertidos en piltrafas humanas sin propio destino, «construyendo» su propia autodestrucción, empezando con sentirse superior a su creador, negando su existencia y la obra en el universo, donde a pesar de todos los esfuerzo destructores no ha podido hacerlo, ni lo lograran, ya que por más armas que tenga el principe de las tinieblas, siempre se toparon con la primera legión que Dios tiene para salvar su creación, como son los arcángeles Gabriel; Miguel y Rafael.
Repentinamente el abuelo escucha un grito de alguien que lo buscaba, era su bisnieto, su amado bisnieto, hijo de su primer nieto… abuelo, dónde está la abuela que no la veo, debe de estar con algunas de sus amigas, entre las arboladas junto al río, ya que a todas horas le da por ser Yoga y su clase de meditación y una especie de arte marcial espiritual.
Oyes abuelo, hablando de espíritu, déjame contarte lo que me pasó anoche, vas a pensar que es una mafufada, pero no lo es. Vamos cuéntame y que te paso en la cara, quien te propicio esos golpes, pues eso es lo raro , ya que eran como las tres de la mañana cuando me llegó una pesadilla, donde yo me encontré con un discípulo de satanás, y cómo sabías que era un alumno del maligno, porque en su ojos saltones y rojo, le brotaba una especie de fuego que le delataba un profundo odio.
¡Caramba! ¡caramba! Le interrumpe el abuelo. No te dio miedo, no abuelo, no me dio miedo, me acordé de ti y las aventuras que has tenido y el coraje que de ti he heredado, y fue una lucha cuerpo a cuerpo, bajando o subiendo una escalera, oscura como la noche más oscura, y en en ese enredo, me cai de la cama, y cuando iba en el vacío, sentí un golpe en el pómulo y otro más en la cabeza, este último al caer al piso y yo le gritaba, ¡hijo de hiena! Donde estas que no te veo, permaneciendo inerte; impávido, con un dolor agudo en el cuello. No me moví por un buen rato, hasta estar seguro que no pasaron las cosas a mayor, donde luego me puso a rezar un rosario, como nunca antes lo había rezado, porque sentí la llegada de un rocío y un bello silencio, que aleja toda maldad.
BENDITO DIOS, POR PRIMERA VEZ EL ABUELO, SE QUEDÓ ESTUPEFACTO, SIN PODER HABLAR.