POEMA.
RICARDO GARCIA TREVIÑO.
Por favor no me deje, le dice aquella mujer joven; vulnerable y en los linderos de su dignidad, cual el destino se encargó de orillarla a la ceguera de su vida, al hombre pudiente que la acompaña.
Por favor no me deje, que, sin estar sola en el mundo, es su brazo fuerte el que la sostiene y da colorido a las primeras horas del día.
Por favor no me deje, déjame saborear las mieles de su suerte, buenaventuras en su larga vida, para con ello darle gracias al creador y abrazar la luz de una estrella, cuando busca un lugar donde cobijarse.
Por favor no me deje, donde se escucha el eco de un canto celestial,, que en fuerte voz dice … si la deja, Dios, no lo salvara de las brasas del fuego eterno, que le gritara hasta enloquecerlo, “por favor no me deje”, “por favor no me deje”, de un lacerante fuego del empedrado que no tiene regreso.
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